En el anterior post hablábamos de la patología más frecuente en la degradación del hormigón, la exudación.
Otra patología frecuente que no está relacionada necesariamente con la aparición de fisuras pero sí afecta a las estructuras son las juntas frías.
La unión de un hormigón envejecido y uno nuevo o la realización del hormigonado en diferentes fases de forma no inmediata se conoce como juntas frías en el hormigón.
Antes de hormigonar una estructura, hay que establecer un plan de trabajo que incluya las distintas etapas de llenado de los encofrados y definir las zonas donde irán las juntas de hormigonado.
Las juntas constructivas deben hacerse en las zonas con menor tensión. La tensiones de compresión que se generen en la estructura, tenderán a ser normales a la dirección del plano de interrupción del hormigonado.
Si la estructura debe llenarse en varias etapas, habrá que analizar las tensiones que se desarrollarán en la zona se realizará un adecuado tratamiento de las juntas. Estas juntas, suelen incluir a veces un adhesivo epoxídico que permita asegurar la estructura.
Las juntas frías suelen ser evidentes estéticamente y suelen presentar riesgos estructurales cuando no son tratadas adecuadamente.
Por ello, en las especificaciones de hormigonado se debe indicar el lugar exacto donde se necesita materializar la junta y además es necesario indicar la dirección y sentido de llenado de los encofrados.
Existen dos tipos de juntas:
JUNTAS TRANSVERSALES
· De contracción: Controlan la formación de fisuras.
· De construcción: Juntas de fin de jornada o por imposibilidad de continuar con el hormigonado.
· De aislación/dilatación: permite movimientos relativos con estructuras fijas u otros pavimentos.
JUNTAS LONGITUDINALES
· De contracción: Controlan la formación de fisuras
· De construcción: Pavimentación por fajas.
Otras consideraciones a tener en cuenta son las separaciones, la dilatación térmica, la rigidez de la base, condiciones climáticas…
De ello, hablaremos más adelante.